lunes, julio 03, 2006

Apreciaciones sobre los mayas


Los aztecas, sus orígenes, su evolución y la conquista española

En 1519, cuando Hernán Cortés y los conquistadores españoles llegaron a América Central, la región estaba dominada por los belicosos aztecas. Hacia un siglo que gobernaban México y la opulencia de Tenochtitlán, la capital, impresionó a los conquistadores españoles. Allí, el emperador azteca Moctezuma tenía su corte y exigía tributos a millones de súbditos.
Tenochtitlán era la espectacular Venecia del nuevo mundo, en la que palacios y templos bordeaban la red de canales.
El aspecto más sorprendente de la vida urbana de los aztecas era la importancia que asignaban a la religión y, sobre todo, a las prácticas rituales. Cortés pudo vencer a Moctezuma porque comprendió el modo de vida azteca; el acelerado derrumbamiento del imperio azteca y la práctica aniquilación de este pueblo pueden atribuirse tanto al fatalismo como a las armas de fuego.
Los aztecas creían que cuatro eras o “soles” habían precedido a aquella en que vivieron y que, al final de cada era, el pueblo fue destruido. Suponían que la era de los aztecas concluiría con un terremoto cataclísmico, después del regreso de Quetzalcóatl, dios pájaro-serpiente. Esta compleja deidad había sido el dios tribal de los toltecas, los principales guerreros de México antes del surgimiento de los aztecas.
A comienzos de la primera era, Quetzalcóatl creó los seres humanos con los huesos de los muertos que sacó de los infiernos y que roció con su sangre. También les transmitió el conocimiento de la agricultura y la artesanía. Al final, Quetzacoátl sucumbió a su deseo de muerte, y embarcó en una balsa de serpientes rumbo a una tierra encantada. Cortés aprovecho la profecía según la cual, a semejanza del celta Arturo, Quetzalcóatl, volvería un día desde el mar e hizo creer a los aztecas que la deidad blanca y con barba estaba entre los españoles.
En tanto que los sucesores de los toltecas, a los aztecas les gustó reconocer a Quetzalcóatl para justificar su poderío militar. Empero, la exageración azteca de la práctica tolteca del sacrificio humano embrutecían el culto al dios pájaro-serpiente, lo mismo que el de otras deidades que también veneraban.
En 1589 Antonio de Herrera, historiador oficial de las Indias, escribió: “la cantidad de sacrificios humanos fue elevada”. A decir verdad, creían que debían sustentar al dios solar reinante, mediante la provisión constante de sangre y corazones humanos. Por consiguiente, uno de los motivos principales de la guerra consistía en hacer prisioneros para sacrificarlos en los templos de Tenochtitlán.
La arqueología ha demostrado que los orígenes de la civilización centroamericana se remontan a una época muy anterior a los aztecas, como mínimo a 1000.AC.
El pueblo mas antiguo que se conoce es el de los olmecas, que floreció en el litoral del golfo de México. Aunque su mitología y sus leyendas no han sobrevivido, las colosales cabezas y estatuas de piedra que erigieron fascinan a cuantos las contemplan. Las cabezas, que alcanzan los tres metros de altura, suelen representar a jóvenes de cara redonda que llevan cascos y las estatuas no sólo representan animales, como el jaguar y la serpiente, sino hombres.
Aunque es incierta la influencia de los olmecas en pueblos posteriores, su invención de un alfabeto debió de contribuir al desarrollo de la civilización. De los pueblos que sucedieron a los olmecas, sabemos más sobre los toltecas, los mayas y los aztecas.
Alrededor del 900, los toltecas establecieron su capital en Teotihuacan, la moderna Tula. Su imperio abarcaba casi todo el México actual y por el norte llegaba hasta Yucatán, hogar de los mayas, donde en Chichén Itzá, los toltecas instalaron una colonia.
La fundación de la colonia poco antes de 987 se ha vinculado a Quetzalcóatl, pues los documentos mayas registran la llegada de Kukulcán (la Serpiente Emplumada).
Es posible que la toma de la península de Yucatán por parte de los toltecas acelerara la decadencia de los mayas, que a partir del siglo VI habían controlado la actual Guatemala, Belice, y las provincias mexicanas de Yucatán, Chiapas y Tabasco. En toda la región aun se aprecian las impresionantes pirámides y plataformas de sus templos.
No hay muchos elementos que ayuden a explicar la visión pesimista de este pueblo centroamericano, que consideraba su existencia como un equilibrio siempre precario entre la vida y la muerte. Esta actitud se refleja en Hunab, la remota deidad creadora, que periódicamente inundaba el mundo con lluvias torrenciales salidas del vientre de la serpiente celestial.

1 comentario:

Unknown dijo...

Espero que lo disfruten, es parte de un trabajo para Historia Americana I, de la Catedra del Profesorado de Historia.